Editorial17 febrero de 2020
Octava edición
Colombia es defensora del multilateralismo y del respeto a las reglas del libre mercado. Las medidas proteccionistas a menudo desencadenan una ola de retaliaciones y de disputas comerciales que causan efectos desestabilizadores en la economía internacional, como hoy se evidencia.
En efecto, vemos un menor crecimiento de la economía mundial, menor demanda internacional y disminución, en general, de los flujos de comercio exterior, lo que se deriva, en gran parte, del alto nivel del conflicto comercial entre las economías más grandes del mundo.
Frente a esto, consideramos que la mejor alternativa a nivel global es un sistema multilateral fuerte, que permita a los países inmersos en la economía de mercado exigir que se cumplan las reglas pactadas, para que no se entorpezcan los flujos de mercancías.
Es claro que la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido un actor clave en la construcción de un mundo más próspero y en el desarrollo económico de los países. Desde su creación, el primero de enero de 1994, el comercio mundial se ha multiplicado por 20 y el Producto Interno Bruto (PIB) mundial por 15. Colombia, en su conjunto, ha cuadruplicado su riqueza per cápita en estos 25 años, y ha tenido importantes logros como la cobertura universal en salud, o la interconexión a tecnologías de la información. El sistema multilateral, basado en reglas, ha sido parte del camino para lograr el progreso social interno.
Justamente, el sistema multilateral y, en especial, el Órgano de Solución de Diferencias, han sido vitales para poner fin a la diplomacia armada y a la carrera de retaliaciones hacia el fondo, que tanto caracterizaron las relaciones comerciales en el siglo XIX. El órgano multilateral dio un piso legal, voz y voto en la toma de decisiones a los países, independientemente de su estado de desarrollo.
Hoy, ante la amenaza que se cierne sobre la solución pacífica de las disputas comerciales, debido al bloqueo en la elección de nuevos miembros del Órgano de Apelaciones de la OMC, Colombia debe levantar su voz de preocupación ante las posiciones y actuaciones de los principales jugadores de la economía global y hacer un llamado para regresar a la institucionalidad del comercio multilateral.
Debemos dejar de ver el sistema multilateral como el rival. En el mundo de hoy, el populismo y los demagogos están en auge y a menudo sus mensajes usan al comercio y la integración como chivos expiatorios de problemas complejos. Pero la realidad nos muestra otra cosa. El comercio desempeña un papel clave en el apoyo al crecimiento de la economía nacional y mundial y resulta clara la correlación que existe entre la libre competencia, la innovación y el crecimiento.
También es claro que los países que comercian y son abiertos, han demostrado sistemáticamente un crecimiento y una resistencia más fuertes y sostenida en tiempos de crisis, de manera superior a las economías cerradas e insulares con grandes barreras y restricciones.
Por estas razones, es fundamental superar la coyuntura actual y enfocarnos en el fortalecimiento del orden multilateral de comercio.
Ahora bien, pese a sus beneficios, el sistema de comercio multilateral está lejos de ser perfecto. Es necesario adecuarlo para afrontar los retos y desafíos que tenemos como sociedad global. Pero la mejor opción es una actitud abierta al diálogo para construir sobre lo construido. Los miembros de la OMC deben hacer frente a las circunstancias actuales con agilidad, inteligencia y adaptabilidad y no olvidar nunca que la anarquía, en forma de debilidad de las reglas y de los mecanismos para hacerlas efectivas, genera incertidumbre y afecta el desarrollo económico, especialmente de los actores más vulnerables.
La OMC y las organizaciones multilaterales son bienes públicos globales y reflejan de mejor manera los reclamos democráticos de la mayoría de sus miembros. La mejor opción es pues, apostar por un multilateralismo más fuerte y preservarlo. Le debemos mucho y nos puede aportar aún más.