Ministro de Comercio, Industria y Turismo - Germán Umaña Mendoza

Editorial

Germán Umaña Mendoza, es un economista, ingeniero y académico. Tiene una maestría en Economía, con enfoque en planificación e industria, de la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido profesor universitario por más de 40 años, humanista, escritor, investigador y columnista de varios medios.

Antes de ser nombrado ministro, se desempeñaba como presidente de la Cámara de Comercio Colombo Venezolana. Sus líneas de investigación se enfocan en la competitividad intra e intersectorial y el estudio de los acuerdos comerciales y de integración económica.

Fue coordinador de la Secretaría General de la Comunidad Andina y coordinador de las negociaciones en el ALCA. También fue Director de la Oficina Económica y Comercial de Colombia ante la Unión Europea, Bélgica y Luxemburgo Ha sido consultor e investigador de numerosas instituciones nacionales e internacionales intergubernamentales y privadas, tales como BM, BID, Cepal, Junac, IBM- Sogerom, Midas, Fundación Konrad Adenauer, Alcaldía Mayor de Bogotá, General Motors, Acesco. Así mismo, fue director gremial de los industriales del cuero y vicepresidente de Fedemetal.

Ha participado en proyectos con la Secretaría de Gobierno, la Contraloría y el SENA, entre otros, además de ser asesor en temas internacionales y política automotriz del Comité de la Industria Automotriz Colombiana y consultor de la CAN en asuntos de tratados bilaterales con la Unión Europea.

En el ámbito académico, fue profesor y decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, así como Vicerrector de la sede Bogotá y director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo - CID de la misma Universidad. También fue decano de la Facultad de Ciencias Administrativas Económicas y Contables de la Universidad Central. Así mismo profesor de economía internacional en las universidades Externado, Jorge Tadeo Lozano, Libre de Colombia y en la Academia Diplomática.

Ha publicado en revistas como Economía Colombiana, Análisis Político y la Revistade Economía Institucional y ha escrito libros como “Integración e Industria” y “El juego asimétrico del comercio: El tratado de Libre Comercio Colombia-Estados Unidos”.

Durante las últimas tres décadas, en Colombia se implementó un modelo de apertura económica o internacionalización que, en sus inicios, buscaba dejar el aislacionismo para insertar al país en el proceso de globalización.

Dicho modelo se ha caracterizó principalmente por abrir mercados y consolidar el bilateralismo en materia comercial y de inversión, en especial con países desarrollados como Estados Unidos.

Si bien durante los últimos 30 años se ha visto alguna mejoría en aspectos macroeconómicos y sociales, lo cierto es que ese modelo de apertura o internacionalización no cumplió muchas de sus promesas y, por lo tanto, no produjo los resultados positivos que se esperaban. Al contrario, el país ha experimentado un cierto deterioro en su aparato productivo, un proceso de desindustrialización, un estancamiento en la productividad y competitividad.

Estas circunstancias han tenido una repercusión importante en los índices de pobreza, desempleo, informalidad y violencia en Colombia, debido al modelo de desarrollo poco sofisticado, desigual y excluyente.

De manera paralela, se estableció una tendencia a exportar menos e importar más, situación que nos ha hecho dependientes de mercados extranjeros en muchas áreas, y que no nos ha permitido garantizar la seguridad alimentaria.

Nuestra economía también se ha vuelto cada vez más dependiente de la explotación de recursos naturales como el carbón y el petróleo, que nos hace económicamente vulnerables a la variación de los precios internacionales de los productos básicos y a la volatilidad del financiamiento externo.

En medio de este panorama, es necesario pensar en un cambio de rumbo y en la reformulación estructural de un modelo de globalización sin rostro humano como el que hemos vivido en estas tres décadas, para transitar ahora de una economía extractivista hacia una economía del conocimiento, productiva y sostenible.

Para lograr este viraje se debe priorizar un modelo económico incluyente, que reconozca y aproveche la gran riqueza cultural y natural que posee nuestro país y potencie la capacidad humana de nuestros ciudadanos.

También se debe impulsar la productividad y la competitividad social; crear una oferta exportable para aprovechar la apertura de los mercados; y atraer inversión extranjera directa sostenible, que nos permita hacer transferencia de tecnología, incorporación de progreso técnico, desarrollo de la capacidad humana y creación de pequeñas y medianas empresas que logren integrarse con éxito en las cadenas internacionales de valor.

Ese cambio que supone pasar de una economía extractivista a una economía del conocimiento, productiva y sostenible, implica necesariamente hablar de reindustrialización. Por ello, desde el Gobierno del presidente Gustavo Petro hemos trabajado en el diseño de una política de reindustrialización que tiene como objetivos específicos cerrar las brechas de productividad, fortalecer los encadenamientos

 
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